Las integraciones monetarias no son muy frecuentes en la historia de los países. Lo mas usual, y como lo estamos viendo ahora a través de la gran cantidad de tratados de libre comercio firmados, son las integraciones económicas. En los casos en los que se han dado, generalmente han ido precedidas de una integración política y fiscal, como fue la implantación del marco en Alemania, cuya formación como nación duró casi todo el siglo XIX y en la que cada uno de los estados que se repartían la región, con Prusia a la cabeza, tenían su propia moneda. Otro ejemplo es la creación del dólar, cuando luego de la independencia de EEUU, cada una de las 13 colonias quería tener su propia moneda, y algunos la llegaron a tener, problema que se zanjó con la promulgación de la Constitución americana, es decir, con una unificación política.

Veamos. Los "shocks asimétricos" (perturbaciones que afectan de manera diferenciada a dos partes de un territorio que tiene una moneda única) se han dado con frecuencia en la zona Euro y han sido muy difíciles de afrontar. Una de las muchas asimetrías es la diferencia en los ciclos económicos. Recordemos como en el 2002 y 2003, cuando Alemania tenia PIB negativo y España se encontraba en expansión, el Banco Central Europeo, donde la influencia de la banca alemana es total, bajó los tipos de interés para incentivar el gasto en Alemania y ayudar a recuperar su economía, perjudicando a España que necesitaba subir los intereses para fomentar el ahorro y "enfriar" su economía. Los resultados lo estamos viendo ahora, una Alemania que mantiene su economía con exportaciones al alza y una España sumida en una profunda depresión. En cuanto a la movilidad de factores, debido a la heterogeneidad cultural y lingüística de Europa, es muy baja, ni las diferencias salariales ni el desempleo incentivan en gran medida la emigración de trabajadores. Las transferencias fiscales son mínimas, casi inexistentes, no llegan ni al 1% del PIB y son muy dilatadas en el tiempo. Esto debido a la inexistencia de un sistema fiscal unificado, que impide que esta se pueda producir por los mecanismos automáticos como son impuestos, subsidios de desempleo, etc.
Uno de los economistas que mas se opuso desde el inicio a la implantación del Euro fue el Nobel de Economía Paul Krugman, quien en su columna del 14 de febrero último en el New York Times titulado "La formación de una Euro caos"(2) compara la situación de España con el estado de La Florida. Ambas experimentaron un enorme auge inmobiliario con inversión principalmente extranjera, pero cuando estalló la burbuja siguieron distintos caminos. El desempleo se disparó en España y el presupuesto incurrió en un profundo déficit y poco pueden hacer los españoles para mejorar las cosas, ya que al no tener moneda propia no pueden devaluar y para recuperar su competitividad solo pueden recurrir al "lento y doloroso proceso de deflación", es decir, una caída generalizada y prolongada de los precios, incluido salarios, que es lo que espera a España.
Krugman sostiene que si España fuera como La Florida las cosas serían distintas. La Florida atrajo después de la crisis a numerosos trabajadores de otros estados, mantiene bajos los costes de mano de obra y aunque continúa la recesión, "Washington sigue enviando los cheques de la Seguridad Social y de los servicios del Medicare". Pero España no es La Florida y su problema es muy grande. Esto no debe sorprendernos, ya que "mucho antes de que naciera el euro, los economistas advertían de que Europa no estaba preparada para una moneda única".
Ahora que queda? Pues los gobiernos deberán esforzarse en lograr consensos en política fiscal y cumplir con las dos condiciones del Tratado de Maastricht que casi nadie cumple, es decir, un déficit público y una deuda pública no superior al 3% y al 60% respectivamente del PIB de cada país, que fue una norma introducida precisamente para posibilitar su funcionamiento. Lograr estas metas es muy difícil y solo se podrán hacer aplicando duras medidas que afectarán, como siempre, a las clases mas bajas de la población.
En fin, la arrogancia de los políticos europeos de crear una moneda única, cuando todavía no estaban preparados para ello, repercutirá en su población que deberá hacer frente a situaciones muy difíciles.
------------------- (1) The works of Robert A. Mundell
(2) The making of a Euromess by Paul Krugman
-------------------------------------------------