martes, febrero 07, 2017

LOS PRIMEROS DIEZ DÍAS DE TRUMP

Cuando un gobierno llega el poder, lo usual es darle los primeros cien días de gracia para hacer una evaluación inicial. Se considera un tiempo prudente, ya que menos tiempo sería muy poco lo que pudiese mostrar y más ya excederíamos el tiempo de gracia que se les suele dar. Sin embargo, la irrupción de Trump en la presidencia de EEUU ha estado colmada de tantos acontecimientos que si evaluamos los primeros diez días ya podemos avizorar muchas cosas de su naciente gestión.

Obviamente que estos agitados días, a pesar de su trascendencia, no tienen punto de comparación con aquellos conmovedores días previos a la revolución rusa de 1917, hace un siglo exactamente, eventos cuyas consecuencias trascendieron durante casi todo el siglo XX y que John Reed inmortalizó en su obra “Los diez días que estremecieron al mundo” (1).

Para empezar diremos que muchas de las acciones observadas en estos diez días ya se preveían antes, ya que fueron anunciadas con mucho ímpetu en su campaña. Aunque luego de su triunfo electoral lanzó un discurso moderado que hizo pensar en otra cosa, de inmediato empezó la formación de su gabinete , incluyendo a puros “halcones” y ultraconservadores en las diferentes secretarías (2). Su investidura del 20 de enero fue más de lo mismo, brindó un esquema proteccionista y nacionalista (“America first”), adoptando más la posición de un candidato enérgico y apasionado que la moderación que se le exige a un presidente, repitiendo muchas de sus feroces arengas de campaña.

Uno de sus primeros actos fue iniciar el desmantelamiento del Obamacare con miras a preparar la derogatoria de su ley. Luego dictó directivas para frenar las medidas que la administración Obama había tomado para luchar contra el cambio climático, principalmente en lo concerniente a la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero, dando así barra libre al lobby petrolero. Aunque ambas acciones pueden considerarse como simbólicas, auguran la dirección que tendrá la administración en estos sectores. La eliminación de la web en español de la Casa Blanca también se entendió como un mensaje que su política anti inmigratoria va en serio. La convocatoria a una reunión en la Casa Blanca tanto a la primer ministra británica Theresa May y al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu avizoran que su política exterior se cimentara sobre estas alianzas, con Gran Bretaña, que necesita ayuda para afrontar el  Brexit de la Unión Europa y con Israel, apoyando políticas más agresivas de Tel Aviv. Los efectos en este último país no se hicieron esperar, el Ayuntamiento de Jerusalén aprobó la construcción de más casas en los territorios ocupados por Israel, construcciones que estaban detenidas por presiones de la Administración Obama. Demás esta recordar que en el pasado, tanto Trump como su yerno y el  nuevo embajador de EE.UU. en Israel donaron dinero para la construcción de más colonias en Cisjordania.

El lunes 23 continuo desmontando el legado de Obama, al anunciar ante líderes empresariales, el retiro de EE.UU. del Acuerdo Transpacífico o TPP. Si bien es cierto este acuerdo estaba condenado de antemano, pues Obama no pudo lograr su ratificación por el Congreso, Hilary también lo cuestionaba y con mucha mayor razón Bernie Sanders, muchos republicanos consideran que es un error no ratificarlo ya que eso significa perder una posición estratégica en la región  Asia-Pacífico.  Sin embargo esta decisión va a tono con la tan mentada guerra comercial que planea hacer Trump con China, aunque analizando lo que esto traería, el retiro de EE.UU. del TPP más parece que va a favorecer a China, que es hacia donde están mirando ahora los países firmantes.

La crisis diplomática que generó con México fue uno de los eventos que más cobertura mediática mereció y que ocasionó que Peña Nieto suspenda su anunciada visita a la Casa Blanca programada para el 31 de Enero. El tema fue la construcción del tan mentado muro, que Trump insistió que debe ser pagado por México y que el presidente mexicano rechazó de plano. Lógicamente que construir el muro y pasarle la factura a México no es factible bajo ningún término. El Secretario de Prensa de la Casa Blanca adelantó que gravarían con un impuesto de 20% a las importaciones mexicanas. Esto es una idea que no tiene ni pies ni cabeza, y hasta un estudiante de primer ciclo de economía lo sabe, ya que quien paga los aranceles es el importador, en este caso la empresa estadounidense, quien para recuperar ese pago no le quedará más remedio que trasladar ese costo al producto final, siendo al final el consumidor americano el que cargue con ello. Este tema fue motivo para un artículo en su columna del NYT de Paul Krugman, Nobel de Economia, quien dijo que “la historia de los aranceles es un epítome del patrón que estamos viendo en este gobierno caótico: un patrón de disfunción, ignorancia, incompetencia y traición de la confianza” (3).  Esto, unido a las dudas que está generando la continuidad de EE.UU. en el  TLCAN, ha tensado mucho más las relaciones diplomáticas entre estos dos países como nunca antes se había visto. Ante esto, se han verificado acciones como, el aumento del temor en los mexicanos residentes en EE.UU. que han aumentado las remesas o el boicot a productos estadounidenses en México.
Casi para cerrar la semana, el viernes,  firmó talvez su orden más controvertida de estos diez días: la prohibición de la entrada en EE.UU. a refugiados de “países preocupantes”, una ejecutiva que aparte de ser “islamófoba” era muy imprecisa, ya que abarcaba a ciudadanos legales residentes que habían salido por vacaciones y hasta a personal de vuelo de las aerolíneas. La medida generó un caos total en los aeropuertos, con personas varadas en territorio de nadie. En las calles, la gente salió a protestar y gran cantidad de líderes mundiales expresaron su protesta, incluyendo a May, Merkel o Hollande.  Una jueza admitió a trámite una solicitud para detener las inminentes deportaciones de los que estaban retenidos en las oficinas de aduanas o migraciones de los diferentes aeropuertos y después de 2 días se pudo solucionar el impase. Esta ha sido considerada la primera gran derrota que ha sufrido Trump en su afán de poner en práctica sus polémicas y discutidas propuestas y demuestran la improvisación que hay en ellas al aplicarlas. A tenor de sus medidas contra los refugiados, se ha podido ver que el funcionamiento de las instituciones democráticas americanas será el mayor obstáculo con el que se chocarán muchas de sus políticas agresivas.
En otros sectores, Trump ha conseguido rebajar las tensiones con Rusia, pero ambos no bajan la guardia y aunque quieren unir fuerzas para combatir al islamismo radical, no hay nada en concreto a asuntos como Siria por ejemplo, donde los dos bandos tienen estrategias opuestas o sobre Ucrania, donde la cosa parece que seguirá igual. Por otro lado, las relaciones con la Unión Europea también han decaído, ya que exige que la UE aporte mas a la OTAN, organización que fue creada al amparo de la Guerra Fría y que ahora pretende redireccionarlo hacia la lucha contra el terrorismo yihadista.
 
Si en Sudamérica siempre estamos acostumbrados a ver como los presidentes incumplen sus promesas, Trump ha iniciado dando acción a sus mensajes electorales. Lo que sí se puede prever es que será muy difícil que cumpla con la mayoría de sus promesas. Muchas de ellas son incumplibles. Ya Bill Clinton dijo en 1998 que “cuando uno llega a ser presidente de un país hay otra persona que toma las decisiones, y uno advierte que puede ser un ministro virtual” (4). Obama también encontró oposiciones a muchas de sus políticas, sobre todo de los sectores duros, que no le permitieron por ejemplo, cerrar Guantánamo, una de sus ofrecimientos de campaña  más mediáticos.
Visto así, muchos analistas consideran probable que Trump no culmine su mandato. No debemos menospreciar las manifestaciones que se siguen dando en muchos lugares. Si bien es cierto empezaron disgregadas, ya están cogiendo cierto nivel de organización y apuntan a un programa común. Tampoco es de extrañarse  que dentro de su misma gente se busque separarlo del cargo. No tiene todo el apoyo de su partido, excepto algunos sectores muy conservadores como el Tea Party y nunca fue el candidato preferido del establishment republicano. La solución que buscarían sus detractores sería el impeachment (5) o forzarlo a una renuncia como sucedió con Richard Nixon en 1974, aunque, visto los intereses en juego, no se descarta algo trágico como el año 1963 con John Fitzgerald Kennedy, quien intentó gobernar a su manera, aunque con un estilo muy diferente al de Trump, y los poderes que se ocultan detrás del trono no se lo permitieron.
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